jueves, 28 de abril de 2016

EN PIJAMA

Eran las 22:00 h. Nos encontrábamos mis amigas y yo en un hotel de París cerca de Disneyland. Nuestros tutores nos habían mandado a dormir, mientras ellos cenaban en el restaurante del edificio. Nosotras, como de costumbre, desobedecimos y nos reunimos en una habitación sin que se enteraran. 

Las encargadas de la tarjeta de cada habitación, yo entre ellas, las dejamos todas juntas en la mesita y al escuchar un guardia, no muy contento por el escándalo provocado, salimos corriendo de la habitación. Todas llegaron a tiempo a sus cuartos, menos yo y cuatro más, ya que estábamos discutiendo por la tarjeta que yo llevaba: solo habían aparecido tres y, definitivamente, no, no era la mía. 

El guardia nos pilló y nos obligó a buscar a nuestros tutores, en pijama, en el restaurante donde estaban cenando. Ellos, avergonzados y enfadados, intentaron abrir la puerta de nuestra habitación con la tarjeta original que ellos guardaban. Y digo intentar puesto que, quién sabe cómo, el pestillo de la puerta se había cerrado por dentro. Tuvimos que molestar de nuevo al guardia. Finalmente, desmontando la puerta, pudo abrirse. 

Fue un momento realmente kafkiano.

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