Volvíamos unos amigos y yo de pasar un día fantástico en la nieve, todo había sido perfecto y quedaba la dura vuelta de dos horas.
Estaba durmiendo en la parte de detrás del coche junto a un amigo, cuando de repente nos despertaron asustados. Estábamos en medio de la autopista, parados en el arcén. El coche se había detenido y nos ponía en el marcador que a una rueda le faltaba aire. Decidimos ir a la gasolinera más cercana a hincharla.

Ya angustiados lo último que hicimos fue lo que primero deberíamos haber hecho: llamar al padre de Jorge, el conductor. Le explicamos lo que había pasado y nos dijo que a veces los coches tenían fallos y no siempre lo que pusiera en el marcador era verdad: simplemente había sido un error.
Volvimos a 100km/h por autovía y, tras cuatro horas de viaje de Teruel a Valencia, conseguimos llegar sanos, salvos y con una nueva anécdota.
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